Según datos del tradicional informe anual sobre la actividad aseguradora mundial que realiza el Swiss Re Institute, alcanza dicha volumen después de haberse expandido el 4,8% en términos nominales y un 1,5% en términos reales el pasado año (significativamente por debajo del 3,2% de 2017). Como puede advertirse en el cuadro siguiente, el grueso, algo menos del 80% del negocio, es generado en las economías avanzadas y aunque el que se desarrolla en el ámbito de las economías emergentes apenas supera el 20%, no deja de aumentar su cuota año a año.
Solo el parón en el negocio de vida en China este pasado año (caída del 5,4% en términos reales) ha hecho que el avance persistente de este grupo de países haya sido relativamente menor. Nótese que China representa aproximadamente en la práctica la mitad del negocio asegurador del conjunto de economías emergentes y, de hecho, es ya el segundo mercado asegurador del mundo tras Estados Unidos, por delante de Japón como tercer mercado a distancia considerable.
El recorrido que tiene el negocio asegurador en las economías emergentes es muy amplio como pone de manifiesto el amplio diferencial existente todavía en cuanto a tasas de penetración (% de primas/PIB) en los distintos países. En las economías avanzadas dicha tasa se sitúa en media en una referencia cercana al 8%, en tanto que, en las emergentes, lideradas por el 4,2% de China, no alcanza el 3,5%. Este diferencial es bien expresivo del potencial de crecimiento del negocio asegurador en estas economías, que realmente son el verdadero motor de la expansión del negocio en el mundo en estos últimos años. De hecho, en las avanzadas, el crecimiento de los últimos años del ramo no vida ya se ha estabilizado en tasas cercanas a las del PIB y, por su parte, la expansión del ramo de vida ha venido lastrado primero por la crisis económica y, en una fase posterior que se alargará todavía algún tiempo, lo está siendo por un escenario muy prolongado de tipos de interés extremadamente bajos.
En este contexto global, aun cuando el mercado de seguros español se sitúa en términos de dinámica de comportamiento de los últimos años alineado con el de los países avanzados, cabe señalar que sigue manteniendo una brecha significativa frente a estos por lo que se refiere al nivel de penetración del seguro. El español es un mercado importante ocupando la decimocuarta posición en el ranking mundial de primas, pero cuando estas se relativizan con el PIB la tasa de penetración española (5,2% en 2018), dista más de 2,5 puntos porcentuales respecto de la media de los países avanzados. Incluso está por debajo de la media mundial estimada en el 6,1%.
A esa importante brecha contribuyen tanto el ramo de no vida como el de vida, pero claramente está concentrada en el segundo. En efecto, prácticamente tres cuartas partes de la brecha de 2,5 puntos señalada frente a la media de los países avanzados vienen explicadas por una muy baja penetración del seguro de vida. Solo una cuarta parte está originada por el negocio de no vida ya que, en orden de magnitud relativo al PIB, no difiere sustancialmente de los grandes países europeos de nuestro entorno.
Esa baja penetración del ramo de vida en nuestro país, principalmente por el negocio de vida-ahorro, tiene sus raíces en factores idiosincráticos bien conocidos: peso en la estructura del ahorro de las familias de la inversión inmobiliaria y de los productos bancarios, o una elevada tasa de sustitución de las pensiones públicas que no incentiva precisamente el ahorro previsional. Por supuesto, un factor retardatario adicional del despegue potencial ha sido, común en este caso con otros países, es el presente escenario de prolongados bajos tipos de interés.
Dados los mencionados factores estructurales no es previsible que a corto plazo tenga lugar un estrechamiento de esa brecha que se viene manteniendo de forma estable en el pasado reciente. Sin embargo, en el medio plazo, el contexto venidero de incapacidad del sistema público de pensiones para dar respuesta suficiente al déficit de ahorro previsional que el marco demográfico (bajas tasas de natalidad y longevidad creciente) acabará imponiendo previsiblemente un marco homologable a países más experimentados que propiciará, entre otros, el desarrollo del segmento de vida-ahorro.